EL COLECCIONISTA DE RECUERDOS
Gore (Jay) Care
El día que esos ojos negros de gato a media noche, amarillos y de oscuros y perversos brillos me miraron desafiantes saliendo del hampa, supe que eran esos y no otros los que alguna vez había soñado encontrar.
Si existía una razón para que la inocencia dejara de ser, para anhelar mancharse de noche, eran unos ojos como esos que en sueños me miraron una vez y se escondieron en la sombra.
Cada noche regrese esperando encontrarlos de nuevo, y cada noche eran distintos, eran de otro los dientes y los mordiscos. Camine vagabundo y errante por las sombras y parajes desiertos donde la luz no se atrevía a llegar. Conocí la maldad y a monstruos de monstruosas mutaciones. Bese tentáculos y cuernos, ponzoñas y aguijones, bebí venenos dulces y amargos, y fui mas allá, al limite, donde ya no se puede asegurar si la vida ha dejado de ser realidad para convertirse en sueño, o si el purgatorio y el infierno se encuentra a unos pocos metros del centro, pero de noche.
Desperté de madrugada en cuartos sucios de los que no recordaba nada y bese labios tibios y tiernos llenos de bondad. Descubrí que el bien y el mal son distintos de día y de noche, poro existen igual, que la bondad se puede hallar en cuerpos sucios y sin dientes y la maldad en todas partes.
Fueron muchas noches, tantas como señas tengo en mi piel, cada marca un recuerdo de un cuerpo o mas, tal vez. No dormía pero igual soñaba. Entraba a dimensiones inciertas donde no era yo, era el otro quien vivía y siempre con el deseo de encontrar esa mirada tan oscura y brillante para perderme en ella, para encontrar en esa perdida la experiencia mayor.
Esta piel blanca que cubre mi osamenta también blanca, se había convertido en el diario de una búsqueda sin final, temía perder la vida entes de descubrir, lo que solo allí y de noche creía poder encontrar. Lápiz en mano y durante el día registraba lo que mi piel me contaba sobre el papel, interminables historias tan despreciables que no era tinta sino sangre lo que teñía el pliego.
Sabía que las noches estaban contadas, pero no cuantas tenía en mí haber, cada una era la última antes de despertar y aun no conseguía alcanzar ese recuerdo indispensable para grabar en mi piel: esos ojos y su mirada, que se clavaron en mi memoria como una obsesión.
Y juré que entregaría esta puta vida a encontrarlos de nuevo, que eran esos ojos solamente los que alguna vez me mirarían con amor y en ellos, mi reflejo se vería como desde un negro espejo, vería en ellos el abismo oscuro de donde provenía mi alma.
De día seguía la vida y la búsqueda también, sin esperanzas, erraba, esperando la llegada de la noche. Los segundos eran secundados por otros, lentos y perezosos en su correr, pero de noche, cada uno me costaba por dos y a veces el tiempo dejaba de transcurrir, otras se estiraba como un látex cuando vagaba sin cesar, pero cuando hallaba unos besos calidos de dulce sabor, se confabulaban con la luz.
No me hubiera nunca imaginado que seria de día que los volvería a ver y tan cerca de mi que casi a diario pasaba por su lado sin saber, esos ojos que de noche me miraron una vez, eran los ojos de él, con ellos mismos había mirado a tantos otros, de día y también de noche que temí que pudieran haberse gastado antes de volver a mirarlos, y que no fueran ya los mismos que esa aciaga noche me hechizaron.
Esos ojos, dueños de un poema sin terminar, musas de una historia que me costarían la vida, causantes de que la inocencia desalojara mi alma y huyera para nunca más volver, inocencia que también habías perdido, hace tiempo, y de la que solo recuerdos borrosos quedaban, inocencia que no conocí, pero intuí.
No se si esos ojos recuerdan los míos la misma noche que se conocieron, probablemente no, porque cuando nos volvimos a encontrar trataron me de engañar, y los desprecie, pero dentro muy adentro supe que se escondían a la luz, que debajo y detrás estaba la oscuridad. Muchas veces se encontraron, no hablamos, quemaban al pasar, fugaces, penetrantes, imposibles de olvidar.
Esos ojos que nunca habían sido míos eran públicos, putos de día y putos de noche, malditos ojos negros, cuantos mas habrían de pasar antes que me miraran otra vez, cuantos recuerdos dolorosos en mi piel tendrían que ser grabados antes que vinieran a firmar.
Los esperaba, no había más que hacer, tarde o temprano habrían de llegar, no existía más razón de ser, había en pedazo de piel reservado para ellos, para ese último recuerdo. Tenia una colección de recuerdos en mi piel, y no tenia el único recuerdo que quería, por ese olvidaría los demás, solo por ese negaría todos los que vendrían después.
Amaba por separado su historia y su Almá, dos dimensiones de un mismo ser, ahora ambas se encontraban en un nombre de hombre y en un cuerpo y una piel. Se llamaba Gabriel.
De noche, despierto buscaba sus ojos y en sueños gritaba su nombre, ambos huían de mí, una sola huida que parecían dos.
Cuantos hombres perdidos por un mismo nombre, tantas incógnitas sin resolver, un abismo profundo y había que lanzarse en él.
Pasaste por mi mirada como el que mira un paisaje sin color, en ella no había sexo ni vulnerabilidad, era fuerza y desprecio, arduo resentimiento, rabia contenida y pasión, pero para ver detrás de ella me faltaba acumular todavía algunos recuerdos, tu espacio seguía libre, pero aun quedaba mucha piel por rayar, mucha tinta que gastar. No había sufrido lo suficiente para hacerme fuerte, faltaba aún más dolor.
La soledad es indispensable para el amor, y solo, me entregue a las calles, y por donde pasaba sentía tu olor, habías estado hace poco por ahí. Veía los espectros hipnotizados cuando llegaba, solo sobras de la sombra quedaban y lamía las herías por ti causadas en negros corazones que destilaban negras sangres acumuladas que liberaba una herida de amor, quería sentir el sabor de la libertad, estaba cerca, cada vez mas cerca de tener también mi herida y empezar a sangrar mi sangre contenida. Era un victima que se estaba convirtiendo en cazador, detrás de una sombra, de un recuerdo aun no vivido.
¿Cuál es el privilegio de saber la verdad, si solo anhelas probar un poco de la mentira y poder decir cuando mueras que has vivido? El control es el mejor acompañante de la mediocridad y en vez de atarme a una pasión incontrolable me habías unido a un sentimiento que detesto: el de la compasión,
Pero ya no mas….
Una a una las noches se agotaban y solo un halo de un recuerdo se quedaba conmigo, ni siguiera lo suficientemente fuerte para impregnarse en mi cuero, y me canse, me mire al espejo, fatal y traicionero y dude de poderte alcanzar, deje de buscarte, deje de llamarte y otros nombres invoque, ya no los recuerdo, tintas delebles que se lavan con el sudor, que se evaporan con el alcohol y caí atrapado por la luz porque tu oscuridad me depreció y fui bueno, y sufrí la bondad, la formalidad, la piedad. Me odie, también me desprecie, quería, pero no podía ser igual, me disfrace con una mascara de cordero y fui al matadero a buscar el amor que crece en ese dolor, pero no era tu amor, era hipocresía escondida bajo el nombre de algún Dios, bajo el nombre de valor, bajo cruces verticales e invertidas, bajo innumerables teorías. y morí infecto de falsa bondad. Renegué de lo que de noche había aprendido, buscando seguridad, paz y un futuro en el olvido. Renegué de mi amor, del que aprendí en las aceras con basucos y mendigos, con ladrones y asesinos, con putas y travestís; con los monstruos y mutantes que me recibieron tal cual soy. La verdad no estaba allí, tampoco estaba atrás, todo tenía que pasar para acabar con la piedad y extraer el último pedazo que pudiera quedar de la cordura. No sabía que tu terreno de piel, primero tendría que ser labrado por innumerables latigazos, abonado con sangre y cicatriz y cuando la caracha se cayo, también se cayo la esperanza y aborrecí el amor, la poesía no esta en la vida, esta en la muerte, y morí por tercera vez para convertirme en asesino serial.
Llore todo mi pasado hasta que lagrimas no me quedaron, tenia la piel llena de historias y de cicatrices, no había mas espacio que el que tenia reservado, ya no había nada mas que buscar que ese ultimo recuerdo, que terminaría con la muerte de los dos, gatos de siete o mas vidas, victima de mi cazador y victimario de otro perseguidor, y mis ojos se hicieron también negros y amarillos, de oscuros y perversos brillos.
Y una noche Salí a cazar, y al cerrar la puerta escuche in grito desgarrador que pareciera que saliera de las alcantarillas, era como un eco, no era una sola voz, eran miles, que en ese mismo instante gritaban tu nombre. Yo mismo sentí ganas de gritar, pero me contuve, estaba en la calle ya, -Gabriel, Gabriel, Gabriel-, dije como un conjuro mirando a la luna. ¿Debajo de que brazo te encuentras?, ¿que culo estarás acariciando? ¿Qué labios de mendigo estarás besando? ¿Que verga de asesino estarás chupando? ¿Que culo de ladrón estarás lamiendo? ¿Que verga de travestido te estará penetrando? ¿Que cabello rubio que no es el mío estarás enredando? ¿Que ojos de virgen estarás llevando hasta tu oscuridad? Gabriel, ahora te pido que no te dejes alcanzar.
El amor que se convierte en odio es tan fuerte como el amor del que alguna vez se origino, vives en constante peligro de muerte y por eso te escondes, son muchas las manos que ahora sostienen cuchillo, las mismas que antes entregaban billetes o se levantaban para acariciarte la piel, te vaticino que si regresas será tu final, por fin se cerrara el portal que comunica con un abismo oscuro, la dimensión del resentimiento, este lápiz que sostengo entre mis dedos para recordar un inmenso dolor será el arma con que atravesare tu corazón, aunque no se pueda matar lo que esta muerto y aunque no se pueda extraer lo que se deshizo cuando se hizo, serán cien o mas puñaladas las que te romperán buscando la fuente, el lugar donde habita tu negrura, tu oscuridad. Te vaticino que si regresas no volverás a escapar.
Y busque en los rotos donde se esconde lo que no tiene nombre, de día y de noche… sobretodo de noche, con los zapatos rotos y un lápiz en la mano. Camine los lunes con guayabo, los martes renovado, los miércoles y jueves con cerveza en mano, los viernes perdido entre piernas, brazos y falos, los sábados entre locos y mutantes y los domingos…
Los domingos la gente buena permanece en sus casas y los vampiros y demonios se esconden en los millares de cuartos oscuros de los videos porno o de los saunas.
Son tantos los hombres que tienen otro nombre en la oscuridad, otro rostro, otra forma de caminar, otro tono al hablar. Algunos sacan la foto de su esposa o de sus hijos de la billetera y las reemplazan con condones. Se arrepienten antes de salir de casa para estar libres mientras toman el bus y pagan la entrada. Solo vergas, culos y miradas, olores caducos y ácidos, movimientos verticales de manos y bocas, sonidos guturales, agujeros pequeños en las paredes y cortinas sucias que nunca tuvieron color.
La luz ya no es necesaria para ver, no es un centro comercial, el cazador se guía por el olor de su victima, tomas su rol al entrar. Guarda en el locker su moral, esa nadie nunca se la robara, cada cual tiene la suya y pesa tanto que ojala la pudieran perder.
Tantas manos me rozan al pasar, desearía que algunas fueran las tuyas, entro y mil miradas voltean hacia mí, aun los que ocupan sus miembros y orificios. ¿Victima?, No, esta vez no será lo usual, esta vez voy armado y con una misión, solo me interesa una mirada que reconocería aun de espaldas. Es cuestión de tiempo. Me siento a esperar, todos los que quieren pueden chupar, solo no me hablan, no me distraigan y regálenme una mirada solo eso les pido a cambio de una mamada.
Pienso en la sangre, debe tener aunque sea un poco, y saldrá a chorros, manchara mis manos y mi ropa, tendré que ser certero, entre menos sangre mejor. Tengo que ensayar primero, solo tengo una oportunidad. La víctima se vuelve cazador.
Ninguno de los habitantes de esta oscuridad existen, es la condición cuando se atraviesan las cortinas, no seria un crimen. No habría culpa.
- Hey tu, si tu, ven- es tu día de suerte, hoy no tendrás que esperar tanto, y no estoy borracho. Eres un monstruo te estoy haciendo un favor. Te libro de la carga de ser rechazado aun en la oscuridad. -No, no me beses- o te mato ya mismo. -Vamos a un cubículo donde podamos estar solos y tranquilos, vas a hacer lo que yo te pida, serás mi esclavo, ¿te gusta la idea? - Me imagine que si. Eso cierra los ojos y ponte la mordaza -¿quieres un trago?-, eso, así, toma más, - no, no, no, no me toques, yo mando-, no comas ansias viejo infeliz. Ahora acuéstate boca abajo y cállate. Eternos segundos, Tengo miedo, aun no estoy preparado para ti mi victima final, pero este monstrete es un buen inicio.
El viejo se desespera, empieza a dudar, se calma cuando siente mi dedo en su culo, un poco de tiempo para pensar, debe ser rápido, ¡¡¡¡zas!!! un lápiz en un ojo, ¡¡¡zas!!! ahora en el pecho, menos sangre de la que creía. ¡¡¡Zas!!! en la nuca. Gime. Que excitante ha de ser para el que esta afuera.
Salgo silenciosamente voy al baño, tengo sangre en las manos pero nadie lo nota, guardo mi lápiz, huyo feliz porque la próxima vez puedes ser tu.
Estoy cerca de mi casa. Me cambio de ropa y salgo de nuevo, tantos videos que no basta un solo domingo. Ahora al centro, una bajada profunda, un sótano fétido, vuelvo a pagar y me siento a esperar, la victima con corazón de cazador. En algún momento habrás de aparecer, se que sabrás que soy yo, pero también te sé gusta jugar.
Este amor que nació de un sueño se ha vuelto enfermo, ¿Dónde estas amor? ¿Dónde te escondes? Dime que me amas y te perdono, dime que me quieres y no te cobro.
Ahora que lo pienso, siempre fui la victima con corazón de cazador, y tú fuiste el cazador que ansiaba cazar. Quería ser amado, ansiaba sufrir por el verdadero amor, estaba cansado de fingir dolor, anhelaba sentirlo de verdad vivo y en mis entrañas. Delirios… la virgen necia.
Mi mirada fue presa de tu mirada y mis ojos te clavaron un tentáculo en el corazón. Era una batalla de monstruos, con encuentros a destiempo. Camine detrás de ti, tantas noches, tantas veces, siempre de lejos y en la sombra. Conté las arrugas en tus ojos, si, eran muchas, tantas como las historias que escuchaba, tantas como las que tenia en mi espalda. No podía recordar como era tu cara antes, pero había una nostalgia de una belleza que tras de una mascara se oculta, si, estabas delgado, si, estabas chupado, demacrado, blanco, envejecido, si, no me importaba.
Ahora que te conozco, ahora que el sueño se volvió realidad, ahora que de verdad conozco tu oscuridad y se que lo que decían era cierto, no me arrepiento, ahora que quiero matarte, ahora que me muero por besarte, ahora que soy tu contraparte, no me arrepiento, soy la sombra que se revela y quiere dejar de ser sobra, soy la sombra de la oscuridad. Y se que aunque mueras y sea por mi mano, aunque solo yo tenga tu sangre entre mis dedos, me vas a quedar debiendo, porque a pesar que hemos sido unidos de muerte, aun no soy una leyenda, no soy una historia de amor.
Estoy loco, estoy enfermo, estoy cansado de buscarte cada domingo en un roto diferente o en el mismo, ya no quedan antros, los han cerrado todos: muchos muertos.
Ayer me senté a esperar verte pasar, te has esfumado, solo veo caminar tu recuerdo, un fantasma, una sombra que acompaña a los hombres que tienen marcado tu olor en el pecho, sentí tanta rabia que quise matarlos también, tienen el recuerdo que yo nunca tendré, y los odio por eso, soy el coleccionista de recuerdos y sé que estoy sucio y malogrado por dentro y lloré, lloré tanto con mi lápiz apretado en mi mano que sangró, y se que ahora el día que mueras la sangre que impregna mi daga se mezclara con la tuya mientras entra en tu carne y te desgarra.
Son casi las seis de la tarde, y es viernes, es el día de Gabriel y la noche de viernes es la noche de Gabriel, si he de encontrarte será un viernes y si has de morir será la noche de un viernes, sin embargo no puedo dejar que me odio se suavice y te busco toda la semana, día y noche, hasta que sea viernes en la noche, hasta que llegue el día en que tus ojos me volverán a mirar con el brillo de gato negro a media noche y con sus visos amarillos y oscuros y perversos brillos
Me duelen las piernas, he caminado tanto, he visto tanto, he pateado tanta basura con mi zapato, tantos hombres morir por un objeto o un billete, tantas putas, tantos travestís, cuantas miradas de homosexuales con ansias de verga, tantos negros resentidos y con ganas de golpearme, y ningunos ojos que se parezcan a los tuyos.
En ocasiones, un poco mucho borracho he querido confundirte con ojos que no son gatos, quiero imaginar que eres tu el que me esta acariciando y que es tu cuerpo el que recorro con mi mano, que es tu saliva y semen el que me trago y que es tu falo el que me hunden en el ano. Fantasías de borracho, que terminan en un cuerpo desangrado y con más rabia que se acumula en mi mano.
He dejado de ser hombre para convertirme en una expresión del resentimiento que produce la falta de amor, no me llamen por mi nombre, ese que tenia ya murió, ya no lo necesito, los que me conocieron ya me desconocen, y me rió, porque el que fui es solo un recuerdo en algún retrato, nunca existí de verdad, ahora es suficiente una foto para comprobar que estuve aquí, soy un poeta en búsqueda de una poesía, sin la mas mínima esperanza de encontrarla: Una poesía con nombre de hombre, una poesía que viene de un abismo.
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