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jueves, 3 de marzo de 2011

…Otra Mujer araña
Ahora que la asesina cínica  ve el cadáver muerto desparramado en el piso, se enjuaga la sangre que aún le queda en las manos y en el cuchillo, sonríe con rabia, escupe al occiso, deja caer una pequeña e insignificante lagrima y lo culpa por haberse dejado matar.

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Escena 12

Lugar indefinido, una bodega oscura, cuelgan ganchos del techo. Un joven o un travesti  está amarrado a una silla, tiene una mordaza en la boca y pareciera pedir ayuda o estar drogado, entra el hombre que antes estaba sentado observando el show, trae una vara en su mano, se para de frente al joven amarrado, ambos están desnudos o semi desnudos, está muy oscuro. Empieza a golpearlo en la cara con las manos y en el cuerpo con la vara repetidamente hasta que el joven cae muerto o inconsciente.  Impávido enciende un cigarrillo y mientras se lo fuma habla.

Asesino: algunas veces aguantan más, inmersos en su estado de inconsciencia ya no reconocen la vigilia del sueño, el dolor parece que desaparece por completo y el temor también. La experiencia se vuelve trascendental, intuyen la cercanía de la muerte y luchan por mantenerse en ese estado donde dejan de ser humanos, pero en el que aún tienen cuerpo. Esa última experiencia es corporal y meta corporal.

Antes de morir pueden dar une pequeña mirada a eso que se intuye y se presiente y regresar para añorarla. Cuando lo han hecho, se puede ver en sus ojos que han visto más alla de esta realidad. Dejarlos vivos seria cruel. Piden a gritos mudos que no los deje regresar, que termine lo que he empezado, me aseguran que es eso lo que han estado buscando impacientemente y que a veces confunden con el amor. Es prácticamente un suicidio. Mis manos son controladas por su deseo, no es mi voluntad, es la suya, ellos piden y yo concedo, es un acto consensuado y libre.

No soy yo quien los encuentra, son ellos los que me buscan y me llaman a gritos susurrados  en las noches, por los callejones oscuros de la ciudad. Tengo una verga de carnada.

El proceso es sencillo, Primero está el deseo, una idea que inconscientemente se aloja en su inconsciente durante sus sueños, el lenguaje es libre y a través de ellos me buscan, su alma me pide una experiencia más trascendental que el sexo. Llegan aquí por su propia voluntad, a veces creen que es mera curiosidad, pero no, han hecho ya muchos pedidos para estar aquí.

Aunque parece no es un acto violento. No se puede violentar lo que es permisivo y permitido. Es su espíritu que necesita la experiencia, vaya uno a saber porque, yo solo ejecuto.
Afuera  los medios de comunicación y las estadistas escandalizan a la opinión pública, sin importarles nada más que la repercusión económica de la noticia y las posibilidades de explotación. Estos seres cuando llegan a mí ya no le importan a nadie, ni siquiera a sí mismos, sus muertes son significativas en cantidad, y de eso es lo que se aprovechan. Hablan de crimen, de asesino en serie, de seguridad pública. No soy un riesgo para la sociedad, ni para la infancia, si usted no ha tomado la decisión de ser víctima, no tiene por qué temer.
No hay crimen cuando quien muere hace rato que ya estaba muerto y solo estaba esperando el momento perfecto. No soy la mano izquierda de dios, no creo en dios, simplemente entiendo mi naturaleza y me entrego a ella.
El camino de cada cual es diferente, pero todos vamos detrás de las mismas cosas, sus miradas nunca me desmienten. Su cuerpo es solo un empaque del que hay que deshacerse, ya no queda nada valioso de ellos una vez mueren, para que tener consideraciones inútiles con él, de todas maneras se va a pudrir, que sigan alimentando las estadísticas. La verdad una vez se desvaneces ya no me importan.

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Escena 18

Asesino:

Ahora las estadísticas sobrepasan todas las expectativas, que importan en este momento 35 muertos, frente a los 50.000 que no se cansan de anunciar, el amarillismo de los medios no tiene límites, con cada emisión nuestra hambre de sangre se sacia. Hace unas horas eran unos cientos, ahora esperamos el momento en que ese rango sea superado por cientos de miles. Esos mismos que consciente o inconscientemente sintonizaban sus deseos de tragedia. ahora a quien han de echarle la culpa por las muertes de lo que ellos llaman inocentes, porque seguramente los culpables siguen vivos y juegan a las cartas mientras pasa el caos y pueden repartirse lo que quede. Los que murieron mientras bailaban o mientras hacían el amor, no se dieron cuenta de nada, nunca se dieron cuenta de nada, seguían bailando y follando mientras la tragedia se cernía sobre sus cabezas. Todos somos unos cobardes, añorando la guerra con la cobardía del paralitico, del enfermo que sabe que esta exento del combate, del que sabe que su sangre no es la que se derrama y no serán sus miembros los que se coman los gallinazos en el festín de la desolación.
Y seguimos vivos, ahora enfrentados a la reflexión que antes evadíamos y posponíamos dejándosela a otros menos escrupulosos. Que viva la guerra que enfrenta a los vivos con la muerte, a los cobardes con el miedo y a los indiferentes con las perdidas
 la muerte no se sacia tan fácilmente, no se alimenta de estadísticas ni de malos augurios, de cuando en cuando, su bostezo nos advierte que ella no se juega, cuando las enfermedades que nos inventamos no son suficientes, cuando los dictadores que creamos no son suficientes, cuando la miseria que repartimos no es justa, cuando el dolor ya no nos satisface, entonces aparece como hija del hambre, único dios inmortal y con su aliento nos recuerda que nuestros pequeños inventos y nuestros grandilocuentes razonamientos son solo lenguajes de un sueño, o de una pesadilla y que lo que construimos mirando al cielo, nos sepulta y se convierte en tumba. Ella como yo, solo atiende a su naturaleza y al llamado de los hombres que en sueños la llaman impertinentes dudando del poder de sus deseos.

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Escena 15

La madre, prepara algo de comer. Bebe licor y fuma

Ella- esta maldita soledad me está matando, a veces comienzo a creer que  ya no existo, y que este espacio que habito, al que le llaman cocina, no es más que el limbo. Que ya estoy muerta y que soy un fantasma atrapado en un plano medio entre la realidad y el recuerdo. Ellos pasan por mi lado como si no existiera, sus miradas me atraviesan, me ignoran, a veces creo que el mundo que vivo no es el de los humanos sino el de los electrodomésticos. Mis únicos compañeros emiten sonidos mecánicos que entiendo e interpreto a perfección, en ocasiones, pasan días en que no escucho más que sus ruidos. Que pasaría el día en que los electrodomésticos se revelen, que se cansen de ser simplemente oprimidos, esclavos sin paga, sumisos. Entes operativos. Ese día el mundo sería un caos peor al que ya vivimos, la rebelión de los electrodomésticos, y yo junto con ellos. Como no tienen corazón tampoco piedad, un motor no puede creer en el amor.
Que cosas me imagino, el que me escuche podría decir que estoy loca, y vaya uno a saber si no es así. La soledad es el caldo de cultivo de la locura. Si ellos ya no me quieren, no entiendo porque habría de quererlos yo. Ambos salen y se van con sus amigos, seguros de que cuando regresen encontraran la comida caliente y la ropa planchada, dan por sentado que tiene que ser así y así ha sido por mucho tiempo, creen que no me doy cuenta de lo que esconden, si yo soy la reina de los bolsillos y de los olores que se impregnan en la ropa, se olvidan que me comunico con los objetos con los que convivo, ellos me dicen de donde vienen y que hicieron, creen que soy la boba incapaz que se queda en casa viendo novelas y haciendo tortas para mantenerlos contentos, pueden vivir sus vidas acosta de la mida, por consiguiente algo de sus vidas me pertenece y hoy es la hora de cobrar, la lavadora se va a desquitar, la cocinadora se va a desquitar, la planchadora se va a vengar (pone veneno en la comida) ya no espero nada de la vida, igual aquí que en cualquier otra jaula. La explosión los traerá directico a la casa, ambos van a buscar la falda de mama, eso, sí aún están vivos.