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miércoles, 13 de abril de 2011

LA DAMA DEL AGUA
Daniel Pit Parxe

Fueron tres disparos, y aunque nadie se atreva a declarar al respecto y el silencio siempre sea la mejor forma de impunidad, el cuerpo de lady lo confirma: uno en el pie derecho, que destrozo su tacón puntilla, los rojos, los que más le gustaban; el segundo en la pierna izquierda, que aparte de romper sus medias de maya, también partió su fémur en dos; el tercero en el pecho, el certero, que exploto su corazón, a pesar que, entre tragos y marihuana ella decía que hacía mucho tiempo que no tenía.
Le decíamos la dama en el agua, porque siempre estaba mojada, amaba caminar bajo la lluvia a pesar del frio.
La conocí hace siete años cuando llegue de mi pueblo huyendo de la violencia hacia personas como nosotras, perpetrada por grupos armados insurgentes de izquierda y de derecha, el  ejército nacional y la comunidad. De donde yo vengo, para algunas situaciones la violencia y la intolerancia no tiene color ni bandera, al parecer, el conflicto de clases no considera implicaciones de género. Era eso, huir o tomar partido, y desde que tengo recuerdo, la revolución, tal cual la había vivido me generaba un terror inconmensurable, y nunca entendí si la guerra era un medio o un fin.
Cuando llegó al hospital, según dicen los reportes, ya estaba muerta, nos la devolvieron para que nos hiciéramos cargo del cuerpo, porque como es costumbre en esta ciudad los hospitales siempre están llenos y no hay cama para tanta gente, menos para personas como la lady. Estaba más blanca que en las madrugadas que llegaba congelada a la casa después de caminar bajo la lluvia desde el parque de la rotonda, su piel estaba dura, y sus labios morados debajo de los restos del labial rojo que siempre usaba y que según decía ella era propio de las putas o de las mujeres que no se avergüenzan de su condición.
Las demás chicas del parque aseguran que fue el tombo Santamaría, pero ninguna de ellas se atrevería a hacer una declaración en su contra, alegan que además de peligroso sería inútil, que sería su palabra contra la de él y sus secuaces. Recientemente llegaba golpeada, a veces tardaba dos o tres días en volver, transida del hambre, después de vacacionar en el calabozo del centro, por obra y gracias de la animadversión que hacia ella tenía el gendarme, según él era una marica peligrosa
Fue por los días en que la cónica que la lady se volvió peligrosa, pero  no porque robara a sus fieles clientes de la rotonda, o porque, como dicen las autoridades, fuera un nido de perversión y de enfermedades. Lady era peligrosa porque tenía ideas, conocía la ley y sus derechos y porque no se quedaba callada. Los habitantes de la noche deben guardar silencio, las putas, mucho más que las mujeres deben ser mudas, testigos ciegas de la injusticia, y de la fuerza.
Era poco lo que “trabajaba” la lady en esos días, se le había metido entre ceja y ceja realizar un censo de las chicas que trabajaban en la noche, no pedía nada a cambio, solo quería conocer, como decía ella , la magnitud de nuestra fuerza, se arreglaba de la misma manera, se pasaba la noche recopilando información de las chicas, sus nombres de pila, y los de la oscuridad o artísticos, edades (aunque ellas siempre mentían al respecto) procedencia y las razones por las que se dedicaban a esa actividad, quería calcular el ingreso promedio de cada una de ellas, para medir, según ella el impacto económico en el PIB de nuestra actividad. Ninguna entendía que era PIB o que era lo que quería hacer la Lady, algunas la miraban con recelo, con la misma desconfianza con la que se le paga al chulo o al macho en la casa, pero poco a poco, todas le cogimos confianza, o simplemente no veíamos ningún tipo de riesgo. Ella decía que para poder crear un frente de combate debíamos conocer nuestras fortalezas, que las debilidades eran obvias.
De día la lady, se la pasaba en la alcaldía local, allá le prestaba un computador donde tabulaba la información que noche a noche había recogido, estaba feliz, ella siempre quiso ser abogada, o médica y usar esos costoso trajes de ejecutiva, pero como todas nosotras, su destino era ser o puta o peluquera, y aunque sabía cortar el cabello, y maquillar, preferida la prostitución, alegaba que era un profesión más digna.
Que las chicas terminaran la jornada golpeadas o encanadas, no era nada del otro mundo, gajes del oficio, es a lo que nos tenemos que enfrentarnos los seres de la noche al dedicarnos a satisfacer los placeres más abyectos del inconsciente masculino. Lady registraba cada uno de los incidentes, tenía ya en casa un cajón grande con expedientes por chica, ni siquiera ella sabía para qué era todo eso, pero sus planes la sobrepasaban.  Se había vuelto la mediadora, la defensora, la interlocutora entre las chicas y las instituciones: si una chica necesitaba asistencia médica llamaba a la lady, si otra creía que de alguna manera le eran violados su derechos llamaba a lady, que en ese momento ya dominaba toda la terminología legal.  Las novatas y las principiantes recurrían a ella, que se había vuelto la madrina de las pollas que llegaban de la costa y o de otras regiones  a trabajar en la capital. Organizo el primer evento de visibilizarían de la localidad, una enorme kermese, en la que las chicas mostrarían todos sus talentos artísticos y culinarios, patrocinado por la alcaldía local y por lo bares, videos y saunas del sector. El evento fue un completo éxito, vinieron chicas de otros lugares y paralizaron el barrio durante un día, eran miles de chicas, de todos los tipos y excentricidades, lady estaba feliz. Por un instante percibimos que el día era menos peligroso que la noche y  después del festival, algunas nos atrevíamos a salir en grupo durante la tarde para ir a cine o a comer helado. Todo estaba bien.
Con ayuda de los realizadores de la guía LGTB de la localidad y promotores de turismo sexual lady público un informe en el que mediante unas sencillas estadísticas se presentaba el impacto de nuestro negocio en la economía local, todas nos quedamos sorprendidas, había toda una economía alrededor nuestro y aunque no se puedo estimar nuestra participación en el PIB, por fin entendimos que era lo que quería darnos a entender la lady y nos sentimos fuertes, un poco menos marginales. La economía nos había hecho participantes. La lady estaba feliz, la llamaban de medios nacionales y extranjeros y algunas organizaciones no gubernamentales estaban interesadas en su trabajo, le habían regalado una beca para estudiar derecho en una universidad pública y tenía una pequeña oficina en la alcaldía local y un sueldo, que aunque pequeño, (ganaba más en las calles) para ella era suficiente.
Sin embargo, la lady era una puta de vocación, y algunas noches se cansaba de ser la activista y volvía a las calles, pero sin esferos ni carpetas, solo vestida de deseo, montada en sus tacones puntilla  y en sus medias de maya, una botella de algún licor barato, un bolso de perico y un bareto para trabar el embale, se  mimetizaba entre las chicas y hacia sus vueltas, ya no con el afán del dinero, solo por el placer de ser abyecta, marginal, para no olvidar de donde viene y para satisfacer sus instintos. Llegaba a la madrugada a la casa, yo vivía ya con ella, con cigarrillo en la mano, una bolsa de pandebonos, mojada hasta la chimba y feliz porque se había mamado unas cuantas vergas. A mí me gustaba cuando llegaba borracha o embalada, empezaba  a hablar como loca mientras preparaba el desayuno sobre la importancia de las putas en la historia de la humanidad, decía que las putas éramos las verdaderas revolucionarias, un frente de resistencia, que la humanidad tenía que evolucionar hacia una nueva moralidad, a través de la inmoralidad, que éramos nosotras las que de verdad conocíamos el lado oscuro del mundo y las debilidades de la construcción social, que éramos unas sobrevivientes del sistema económico, lo que demostraba que era posible un nuevo orden, y que teníamos una labor, una misión desde la periferia, la cual era roer como ratas o cucarachas los pilares de la sociedad y el estado. Yo la escuchaba embelesada hasta que se cansaba o se quedaba dormida o empezaba a llorar recordando las experiencias más tristes de su vida, se tiraba en la cama y cantaba y re cantaba Je Ne Regrette Rien de Edif Piaf hasta que se quedaba dormida.
Durante ese año las cosas marchaban bien, las chicas estaban más organizadas, la rotonda se había vuelto un lugar más seguro para nosotras y teníamos protección policiaca, los hombres llegaban en sus carros, se llevaban a las chicas y una hora o dos horas después ellas regresaban sanas y salvas, el índice de robos causado pro travestis había disminuido, y el expendio de drogas había sido desplazado unas calles más abajo, una utopía, el modelo estaba e la altura de las grandes ciudades civilizadas de Europa, pero las utopías no les gustan a todos,  el caos es un negocio, como la guerra, y la prostitución debe mantenerse en su estado más desprotegido para que pueda ser controlada, el negocio del sexo debe ser ilegal para que los márgenes de rentabilidad sean superiores.
Los mayores descontentos eran los representantes de la fuerza pública que veían sus ingresos semanales reducidos a causa del orden de las cosas, poco a poco iban perdiendo su poder intimidador de chulos. Ahora éramos ciudadanas, al menos en 10 cuadras a la redonda, consientes de nuestros derechos y dispuestas a hacerlos cumplir, teníamos una zona de tolerancia, una ficción de condado del placer y la libertad.
Los problemas empezaron con el cambio de gobierno, la indiferencia hacia nosotros y a las políticas de genero por parte del gobierno anterior habían sido nuestra gran ventaja y gracias  lady pudimos a provecharlas, pero se había sentado en el poder un dirigente con mentalidad de monaguillo dictador que invistió nuevamente a la fuerza publica de poderes especiales basados en los preceptos cristianos de las buenas costumbres y la preservación de la familia como pilar de la sociedad, se dio cuenta que detrás de la aparente inclusión de las bastardas del género se comenzaba a debilitar los principios morales del estado y que nuestra libertad era subversiva y peligrosa.
Una mañana llegaron a la oficina de lady y con la consigna de un gobierno de inclusión, solicitaron la base de datos que durante varios años había elaborado lady con información privilegiada de cada una de las chicas que trabajaban en el sector, Lady no pudo rehuir de la iniciativa, porque según alegaron, dineros públicos habían pagado tales estudios. Ahora tenían en sus manos, nombres, números de documentos, información e contacto  de las chicas, y como es bien sabido, el pasado judicial de nosotras es más bien un libro de infracciones y al parecer todas tenemos cuentas pendientes con la ley,  se emitió un comunicado en el cual se prohibía el uso de la rotonda para fines de comercio sexual basado en el hecho que era un nido de delincuentes: ladrones, traficantes, gibaros, y demás, se instauro de nuevo el control policial y se amenazó con detener a cualquier persona que fuera descubierto en actos ilícitos en la zona. En un día se había ido al traste tres años de trabajo, una vez más estábamos desprotegidas y bajo el influjo de las fuerzas oscuras.
Volvimos a los callejones oscuros, rodeadas de indigentes, ladrones y gibaros, a correr cuando viéramos la marrana de la policía o ser golpeadas y a pagar para que nos dejaran trabajar, nuevamente nos volvimos ladronas y asesinas, marginales, cucarachas.
Entramos en el régimen de Santamaría, un policía homofóbico y misógino, al que no le temblaba la mano para nada y envestido con todo el poder de la manipulación estatal. Constantemente salía en los medios vociferando que el estado recuperaría el espacio público para el ciudadano  decente, que garantizarían su seguridad y que aquellos que transgredieran la ley tendrían que soportar todo su peso, que esta vez no serían  condescendientes y  terminaba con el reporte semanal de heridos y asaltados a causa de las travestis, las  que recientemente se habían vuelto muy peligrosas.
Lady intento por todos los medios negociar con Santamaría, recurrió a los organismos no gubernamentales que una vez le prestaron apoyo, fue a los medios que una vez la felicitaron por su labor, pero nada fue productivo, el gobierno era indiferente. Perdió su oficinita en la Alcaldía local y por supuesto su sueldo, la beca en la universidad fue revocada y su expediente judicial publicado en los medios.
Pero lady no se rendía y organizo protestas ante las instituciones, que terminaron con actos de represión a cargo de smat, travestis asustadas y heridas que corrían por las calles en busca de su escondite y de la noche.
Y lady volvió a la calle, era eso o morir de hambre, pero nunca perdió su espíritu combativo y cámara en mano registro todos y cada uno de los abusos de poder perpetrados por la fuerza pública, apoyada por sus compañeras grabaron los abusos de poder y a los policías en actos “impúdicos”, la fuerza pública también tiene instintos y deseos anales que fueron publicados en blogs y canales de videos en internet.
El escándalo fue gigante a pesar de la censura del estado, muchos policías fueron destituidos y Santamaría tuvo que salir a los medios a desmentir las pruebas e intentar a limpiar la imagen de la policía nacional y revestirla nuevamente de masculinidad y heterosexualidad y entre líneas anuncio su venganza.
Una noche llegaron como de costumbre, solo que esta vez tenían una misión diferente y el mismo Santamaría encabezaba la caravana de homosapiens con poder. Buscaban a lady, necesitaban hablar con ella, ninguna de las chicas dijo nada, sin embargo lady acepto entrevistarse con el gendarme.
Querían un acuerdo de paz, según manifestaron, y recuperar todo el material audiovisual en poder de las chicas, lady acepto retirarlo de los medios si se acordaba una tregua, nos dejaban trabajar y se acababan los actos de violencia y abuso. Santamaría estuvo de acuerdo, y por un tiempo las cosas fueron mejores, Pero las treguas son provisionales, y poco a poco empezaron a desaparecer las colaboradoras de lady, un día estaban y al siguiente nadie sabía nada de ellas, estábamos asustadas y tuvimos que escondernos, los abusos había disminuido, las chicas trabajaban en una aparente paz, pero una vez cada noche la marrana llegaba y se llevaba una que no regresaba, no habían registros, no llegaban a la inspección, simplemente se las tragaba el olvido. Sus cuerpos no aparecíeron. Una a una las entrenadas activistas fueron eliminadas de las calles, borradas, si alguna vez existieron  fue en un pasado que se remonta al sueño.
Dejamos de salir de noche, lady trataba por todos los medio que sus denuncias fueran escuchadas, pero a nadie le importaba que unas cuantas putas desaparecieran. El sueño se había vuelto una pesadilla, el estado estaba ganando y la revolución que lady soñaba no le importaba más que a ella y a unas cuantas que ahora estaban posiblemente muertas, desaparecidas o asustadas hasta la parálisis. La revolución que planteaba la liberación de las mujeres como objetos de control y dominación por parte del hombre, la liberación de los hombres de las fuerzas que le reprimen y lo limitan a  una forma definida sin más caminos que la violencia, la liberación del deseo, durante tantos año objeto de control estatal, no le importaba a nadie, ni siquiera  a los homosexuales que temerosos de perder sus pequeños privilegios económicos y satisfechos con su sexualidad heretodominante, continuaban indiferentes frente a la tragedia y que amenazaba con destruir el único bastión de resistencia sexual.
En menos de un año se cometieron el mayor número asesinatos no registrado de trasgeneristas, Por fin las calles estaban libres de maricas y las familias podían caminar por los parques sin que sus ojos fueran pervertidos por la rebelión de unos cuantos enfermos desadaptados, Santamaría estaba satisfecho y las mujeres en sus casas también, el cura en la iglesia feliz. El panorama no era más oscuro.
En dos años, ser travesti o maricón, o simplemente amanerado, se había vuelto una sentencia de muerte, (la alternativa permitida por el sistema era ser “gay” siempre y cuando sus prácticas pertenecieran al ámbito privado) ya fuera por hambre o por bala. Nuevamente el destino para las rebeldes del genero era el rincón oscuro reservado para las putas y /o peluqueras de barrio, las condiciones de supervivencia eran extremas, las chicas seguían desapareciendo cuándo se aventuraban a la calle de noche y la comida escaseaba tanto que ya no era hambre lo que sentíamos, ya no teníamos  nada que perder y cuando la muerte es la única opción, las decisiones que se toman son drásticas.
Famélicas todas, con las tetas caídas, las costillas marcadas,  enfermas,  con la cara pelada salimos una a una de nuestras cuevas, cucarachas desnudas, sin más vos que nuestros cuerpos caminamos silenciosas como judíos en Auschwitz por las calles de la capital, ante los ojos estupefactos de los transeúntes, sin plumas ni tacones, sin lentejuelas, todas, algunas hijas del vecino, hermanas del amigo, compañeras de colegio, en nuestro último acto de protesta.
Nadie se atrevió a detenernos, nadie se atrevió a tocarnos, nadie nos brindó nada, ese es el destino de las revolucionarias, sin artificios, nuestros cuerpos seguían siendo humanos, si, teníamos tetas, también teníamos penes, éramos el producto de una sociedad represora, que se negaba a aceptar el cambio. Éramos un problema y no un camino, aun así estábamos aquí dispuestas a luchar y mantenernos vivas, porque creemos que hay un camino diferente al heterosexual, en el cual el ser puede explorar sus posibilidades, somos revolucionarias y las ideas no mueren.
Esa tarde, la ciudad entera fue consiente que las grandes tragedias no pasan solamente en medio oriente, que la indiferencia no mata de hambre solamente en áfrica, y que por muchas prohibiciones que el estado y los acuerdos sociales impongan el deseo sigue vivo y creciendo hasta que eructa.
Después de eso,  dejamos de tener miedo, estábamos vivas pero no teníamos miedo a morir y tampoco a matar, podían asesinarnos a todas en ese instante, y acabar con problema. Pero no lo hicieron, ahora tenían que hacer algo con nosotras y así lo hicieron. no esperábamos grandes concesiones, solamente nos devolvieron las calles, nos dejaron merced de los ladrones y de los hombres y su deseos, pudimos volver a trabajar para comer y llenar nuestros guardarropas de fantasías, sin embargo la semilla de la sedición y la subversión fue plantada y nuestras aspiraciones no terminan allí, somos seres políticos y gracias a lady ahora tenemos una filosofía y un imaginario de sociedad. Detrás de nosotras vienen muchas más, porque como las cucarachas somos una plaga que amenaza con acabar el estatus quo, somos peligrosas, por eso no temen, somos mutantes en continua mutación, somos hijas del deseo y el deseo es imparable, de alguna manera, por algún medio, tarde lo que tarde, llegara a su propósito.
Enterramos a lady en el cementerio central, entre todas juntamos para comprar una lápida que estuviera a la altura de su leyenda, a falta de una, ahora somos muchas damas del agua. La justicia nunca hizo nada al respecto, pero eso lo esperábamos, de todas maneras que nos importa a nosotras la justicia de los humanos.
FIN.
2011

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