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miércoles, 2 de marzo de 2011


CENICIENTA
Narrador: Había una vez, en un pequeño y acogedor pueblo, un hombre muy bueno y gentil, amado y apreciado por todos por ser el doctor de la aldea. Hacía poco tiempo que había perdido a su esposa, una virtuosa mujer, la mejor del mundo, de una enfermedad inexplicable  de la que nadie nunca supo nada y  de la que ni aun el gran conocimiento del doctor pudo salvarla. Juntos tenían una hermosa hija con las virtudes y belleza de su madre,  que pronto cumpliría doce años de edad.
Adolorido y en riguroso luto el doctor se refugió en el cariño que le prodigaba a su hija, la cual pocas veces dejaba salir o asomar a la ventana por temor a que su belleza atrajera el deseo de los hombres y perdiera asi lo único que ahora le daba sentido a su vida.
Poco después del cumpleaños de la bella joven, su padre, pensando en la educación de su hija decidió casarse con una prestante mujer de sociedad, de grandes valores y principios morales, religiosa y devota. Tenía dos hijas, fiel reflejo de su madre y quienes, pensaba el padre, serian de gran ayuda y compañía para su joven hija.

Cenicienta: (preparando una bebida) papa cerdo se preocupa mucho de su hijita, todas las noches cuando llega del trabajo se detiene en su cuarto para cerciorarse que este arropada y bien dormida y contarle cuentos de hadas. Suavemente se desliza dentro de su cobija y abraza dulcemente a su hija. -Las niñas de bien duermen sin ropa interior- Siempre le dice. Y papa cerdo la besa y la abraza tiernamente todas las noches antes de ir a dormir, se frota a su espalda y con su aliento le quita el frió de su cuerpo.
Papa cerdo es muy bueno, papa cerdo ama a su hija.

Pero papa cerdo no sabe que su pequeña hija ya creció y no quiere escuchar más cuentos de hadas, que le produce ganas de vomitar su aliento a tufo cuando le habla, que siente asco de sus grandes dedos callosos y peludos, de sus caricias rasposas en la espalda y de su feo y torcido pene. Pero esta noche la niña buena le dará un regalo muy especial a su papaíto, esta noche se hará una mujer.
Narrador: Inexplicablemente esa noche el padre murió en su lecho de una gran indigestión, vomitando bilis y gusanos negros por su boca fétida y pútrida.
Pero cenicienta no fue libre, una vez muerto su padre, su cristiana madrastra se apropió de la casa y la encerró en la habitación más oscura y recóndita de la casa y la obligaba a realizar las tareas más degradantes para una joven de su clase.

Cenicienta: una vez que lo has hecho la primera vez, la segunda se convierte en un reto mayor y más placentero, matarlas no será sencillo, tienen que ser las tres a la vez y de una sola. No será la justicia, ni dios, ni nadie más que yo quien les dará su castigo.
Quieren masajes vaginales, los tendrán, quieren falos en sus negras conchas olorosas a rancio, los tendrán, quieren que me les mee encima y me les cague encima, pues tendrán mi mierda y mis orines en su boca y en sus heridas, quieren verme gemir de placer, pues será lo último que escuchen sus diabólicos oídos antes de mandarlas al infierno.
Narrador: Y todas las noches cenicienta le pedía a su hada madrina que le cumpliera su deseo, no había nada más en el mundo que ella anhelara con más ansia.
Hasta que un día, por fin, sus suplicas fueron escuchadas y apareció en el pueblo un hermoso hombre, príncipe de un reino glorioso de antaño, que buscaba una mujer de bien para hacerla su esposa. Pedía conocer a las doncellas más prestantes del pueblo entre las cuales escogería la futura soberana de su reino.
Cenicienta era la joven más bella del pueblo y sabía en su corazón todo lo necesario para complacer a un hombre, lo había aprendido de su padre, y una noche oscura escapo de su encierro con la ayuda de pequeños seres oscuros que la acompañaban en su odio y corrió hasta donde el príncipe se encontraba, una vez llego lo amenazó con cortarle con cuchillo la garganta si no prometía a cambio de todas sus posesiones y herencia casarse con ella.

Cenicienta: Sucio cerdo bastardo, andas en búsqueda de un joven y virginal coño para desflorar despiadadamente la noche de bodas hasta que sangre y manche las níveas sabanas reales y solo volverlo a tocar cuando tus instintos de procreación te lo pidan?
Yo te prometo el coño más hermoso de todo el reino, acompañado de grandes títulos nobiliarios y posesiones ancestrales. Yo sé que eso es lo que les interesa a los hombres como tú, sucia rata pelona de la basura: poseer, acumular, coleccionar pertenencias y atesorar cosas hermosas. Te prometo mi coño ceniciento, mis florecientes tetas, mi juventud en pleno y toda la experiencia de una puta de profesión adiestrada de la mejor manera por su cochino padre, a cambio solo de que me libere del encierro en el que vivo. Prefiero ser casi libre al lado de un hombre, que esclava y presa de la envidia y las pasiones femeninas. Si no lo prometes ante dios o ante el demonio o ante el que quiera, en este mismo instante tu cabeza dejara de ser parte de tu cuerpo y tu sangre impía teñirá banalmente las cortinas y estos harapos que son mi única vestimenta y te iras a los infiernos sin llegar a ser rey.
Narrador:  El príncipe asombrado, aceptó y cenicienta escapo de nuevo antes que diera la media noche, corrió tan rápido entre la negrura del bosque que dejo caer su pequeña alpargata en el camino, el príncipe corrió tras ella lo más velozmente que pudo, pero lo único que le quedo de la hermosa joven fue el recuerdo de unos ojos ardientes de odio y  la pequeña alpargata.
A la mañana siguiente el príncipe público un edicto en donde mandaba a que todas las doncellas del reino se midieran la alpargata que por su tamaño extremadamente pequeño solo podría tener una sola dueña -a quien le quedara la alpargata seria recompensada con un matrimonio real-.
Tristemente, a ninguna doncella del pueblo le quedo la alpargata, muchas se negaban a siguiera medírsela alegando que nunca usarían pieza de tan poco valor. Finalmente, quedaban las dos hermanastras de cenicienta que contra todos los obstáculos harían que sus juanetudos pies entraran en la asquerosa chancleta.
La primera de las dos decidió cortarse el dedo godo del pie, pero aun así era demasiado ancho para poder encajar, la segunda y más joven de las dos optó por devanarse el talón con un cuchillo, fácilmente la chancla se deslizo por su pie, lo que causo la alegría de la madrastra y la envidia de su hermana que al no soportar la suerte de la menor, la delato con el príncipe. Este, indignado mando que les cortaran ambos pies a las dos hermanas con un hacha.
Encolerizada e impotente, carcomida por la rabia, la madrastra acuso a Cenicienta de ser la maquinadora de la fatal idea, presentándola haraposa frente al joven príncipe. Este sin reconocerla la sentencio a la misma suerte de sus hermanastras si la alpargata no calzaba en su pie. Milagrosamente la sandalia calzaba perfectamente, lo que causo el asombro y fascinación de todos los asistentes. Durante la confusión cenicienta aterrorizada ante el hecho de morir antes de llevar a cabo su venganza, se lanzó hacia el verdugo arrebatándole de las manos el hacha y a sangre fría  le asesto un hachazo en el cuello de la madrastra, mandando su cabeza a volar por los aires, luego desmembró una por una la cabeza de las  malvadas hermanastras inválidas.
Instantáneamente el príncipe reconoció el gran odio en los ojos de cenicienta, que brillaban como Venus en las noches más oscuras, cayendo perdidamente enamorado de ella, y cumpliendo su promesa se casó con cenicienta y vivieron felices y comieron perdices…hasta que ella lo mato una noche de la misma manera que había matado a su padre.

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