Escena 5
Travesti:
Hace varios días que no salgo a la calle, cada vez está peor y más peligrosa, sobre todo para seres como yo. Con ese tipo suelto es mejor no dar papaya. Pero hoy, hoy es una noche especial, ¡¡¡hay clásico en el campin!!! Con lo que me hago una noche de clásico puedo sobrevivir una semana o más.
Después de las 10 de la noche las calles se llenan de trogloditas, de homo sapiens, de bestias dominadas por el instinto. En bandadas deambulan excitados hasta el límite por el alcohol, las drogas y el futbol. Tanta testosterona junta es imposible de resistir. Algunos salen excitados por el placer de la victoria con poder suficiente para tomarse el mundo, los otros tristes y decepcionados, rabiosos a causa del fracaso, buscan consideración y algo con que desquitarse.
Cualquiera que sea el resultado para mi es ganancia. Es el día libre del inconsciente. Lo que suceda esta noche, quedara como siempre en ese lado del cerebro que acumula los recuerdos que no han de recordarse jamás.
Esta noche no damos a basto. Siempre hay uno que otro avispado que pretende irse sin pagar, ofendido en su orgullo de machote, después que eyacula, olvidando que segundos antes sin pudor, jadeando arrecho y aun borracho pedía más y más verga. Pero yo voy preparada para esos valientes que olvidan la cortesía que hay que tener frente a una fémina. Ya no les temo.
Hay los hombres… los hombres, los hombres
Esa palabra ha perdido la resonancia que alguna vez me hizo vestirme de mujer y salir de noche a caminar entre las sombras. Para mí los hombres ya no existen, al menos eso que yo creía que era un hombre. Las mujeres, pobrecitas creen que tienen la verdad sobre ellos, y se jactan de su engaño. Si existe una verdad sobre ellos, la tenemos nosotras, que seguimos habitando entre las sombras, de noche y en los rincones oscuros por donde solo un hombre se atrevería a pasar. Continuamos sumidas en la marginalidad donde ellos mismo nos han relegado, donde pretenden mantener escondida su más aberrante creación, por ellos somos menos que una persona, poco más que un monstruo, objetos de placer, el reducto de siglos y siglos de masculinidad y represión. No les conviene que algún día seamos libres, que aparte de tener boca, tengamos voz. La palabra libertad al igual que la palabra hombre están aún por redefinir. Podríamos decir que toda libertad es oscura y se confunde infaliblemente con la libertad del sexo, que es oscura también.
Si mañana continúo viva habré ganado. Volveré al terreno del olvido, al hueco donde nos mantienen milenios de dominación masculina. Pero la verdad no me quejo, me gusta mi trabajo, no habría otro que pudiera hacer mejor, de hecho no hay otro trabajo que pueda hacer. Esta noche muchos no llegaran a comer, sus pobrecitas mujeres se quedaran en casa delirando con la posibilidad que las sabanas que caliente su machote sean las de otra. lo que no se imaginan, o débilmente les pasa por la mente es que puede ser peor.
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